La revolución electrónica humanitaria
En el terremoto que sacudió Nepal se generaron oleadas de generosidad entre la comunidad internacional, como suele suceder en estas circunstancias: las campañas de recaudación de fondos han producido un flujo de ayudas procedentes de todo el mundo mientras los equipos de las organizaciones civiles y militares se dirigían hacia el país para prestar asistencia inmediata.
Se ha hablado poco del empleo de la tecnología en el marco de las labores de salvamento, aunque ha sido fundamental para evaluar los daños y coordinar la respuesta. La gente empieza a ser consciente de su potencial a gran escala.
En 2013, el gobierno británico anunció la creación de un nuevo fondo “para fomentar el uso de las tecnologías de móviles, de texto y otras innovaciones como herramientas para ayudar a la población en caso de crisis humanitaria como terremotos, inundaciones o sequías”.
Esta iniciativa, lanzada conjuntamente con el gobierno de Estados Unidos, tiene como objetivo “desarrollar proyectos y procesos basados en la tecnología o la innovación para apoyar la acción humanitaria en el mundo”.
“Las nuevas tecnologías tienen el poder de transformar nuestro modo de intervenir en las crisis humanitarias”, declaró en el lanzamiento de la iniciativa Justine Greening, exsecretaria de Estado para el desarrollo internacional de Reino Unido. “Ya estamos experimentando con la utilización de aplicaciones para móviles, alertas por SMS y tecnología GPS en el contexto de las crisis humanitarias. Cuanto más específicas y eficaces sean nuestras intervenciones, más rápido podrán las personas reconstruir sus casas y sus vidas, y más podremos utilizar nuestro dinero para satisfacer otras necesidades.” Las últimas catástrofes han demostrado que la tecnología ya era un factor clave de intervención rápida.
El caso concreto del terremoto de Nepal ha dejado meridianamente claro el papel que la tecnología puede desempeñar en la zona del desastre.
En su última obra, Digital Humanitarians: How Big Data is Changing the Face of Humanitarian Action, Patrick Meier demuestra que la tecnología puede cambiar totalmente la situación en las regiones del mundo devastadas por alguna catástrofe. Patrick Meier es un conocido experto en tecnologías humanitarias e innovación y dirige una ONG cuyo objetivo es agrupar a los pioneros de la tecnología para intervenir en crisis humanitarias.
“Apenas 24 horas después de las primeras sacudidas en Nepal, Naciones Unidas nos pidió que lanzáramos la AIDR y los MicroMappers para recopilar los tuits sobre los destrozos lo más rápido posible”, escribe Patrick Meier. “Esta rápida respuesta nos ha permitido definir mapas constantemente actualizados de la crisis en las regiones más afectadas, para luego transmitirlos a diferentes organizaciones de socorro antes de su llegada al lugar. El personal de emergencias también ha podido hacerse una idea de cuáles eran las zonas más afectadas antes siquiera de poner un pie en Katmandú.”
El empleo de los drones para intervenir en las crisis puede sorprender a más de uno: en general se considera que los drones son un gran adelanto para las operaciones de defensa y obtención de información, y los últimos avances han permitido recientemente su despliegue también en las regiones asoladas por catástrofes. Por ejemplo, la magnitud de la devastación causada en Vanuatu por el ciclón Pam en marzo de 2005 limitó considerablemente las operaciones habituales de búsqueda y rescate.
La organización Humanitarian UAV Network, respaldada por Patrick Meier y otros organismos que trabajan sobre el terreno, intervino sobre la marcha. En estrecha colaboración con las fuerzas de defensa australianas y las autoridades locales, la organización envió sus drones multirrotor para que sobrevolaran las zonas afectadas.

Gonzalo de Aréchaga
Patrick Meier explica que los drones solo proporcionaban los datos básicos. De hecho, “las imágenes oblicuas [captadas con los drones] se consideraron más útiles, aunque las imágenes tomadas desde varios ángulos aportan una complejidad adicional, como hemos podido constatar directamente con la intervención de los drones del Banco Mundial tras el paso del ciclón Pam por Vanuatu”, escribió Meier en su blog después de la misión.
Por regla general, tras un terremoto, tifón o cualquier otra catástrofe natural, las autoridades locales (habitualmente en colaboración con organismos internacionales como Cruz Roja o Naciones Unidas) realizan una minuciosa evaluación de los daños.
“En última instancia, el objetivo de estas evaluaciones es medir las consecuencias de la catástrofe en la sociedad, la economía y el medio ambiente del país o la región afectada”, afirma Patrick Meier. “En concreto, estas evaluaciones incluyen los daños que han sufrido, por ejemplo, las infraestructuras existentes, y se suelen llevar a cabo en persona, es decir, recorriendo la región afectada a pie y/o en vehículo. Es un proceso que requiere mucho tiempo, y la calidad de los datos recopilados es extremadamente variable.”
Además, la evaluación se realiza básicamente a ras de suelo, por lo que los datos son parciales y no pueden proporcionar una visión completa de los daños causados y de los posibles riesgos.
Por este motivo, Patrick Meier y su compañero, Jorge Fernández Galaretta, han estudiado la posibilidad de utilizar nubes de puntos en 3D (modelos tridimensionales realizados a partir de imágenes aéreas de alta resolución) para ayudar a las autoridades a evaluar los daños de las catástrofes. Hay muchas soluciones de software como Pix4D y PhotoScan que ya permiten generar nubes de puntos detalladas con imágenes en 2D de alta resolución (en nadir y en ángulo oblicuo).
“Estas nubes de puntos en 3D son mucho más detalladas que las generadas por los LIDAR, especialmente en el caso de las fachadas de los edificios, y ofrecen un rico entorno geométrico que facilita la identificación de aspectos más sutiles de los daños, tales como muros inclinados, que de otro modo no se ven y que aún no se han estudiado en combinación con las imágenes detalladas de las fachadas y los tejados.”
Todavía queda mucho por hacer en este campo. Hay que seguir investigando para poder extraer automáticamente las características de los daños a partir de nubes de puntos y combinarlas con indicadores espectrales y formas; este conjunto, con una perfecta comprensión técnica de la importancia de los indicadores de los daños asociados u ocultos, permitirá establecer el estado general de la estructura de los edificios. No obstante, los primeros resultados ya son muy prometedores.
Mientras tanto, algunas grandes empresas de alta tecnología han complementado el trabajo de las ONG enviando sus propios equipos de rescate a los lugares del desastre. Por ejemplo, Microsoft ha sido muy activo en este sentido: después de que el tifón Haiyan pasara por Filipinas en 2013, el gigante estadounidense colaboró con numerosas empresas de alta tecnología para desplegar en el país radios que utilizaban los espacios blancos que la televisión había dejado para que las víctimas pudieran acceder a Internet. El grupo también protagonizó la instalación de tres equipos de conectividad “emergency.lu” utilizando el ancho de banda reducido de Skype, lo cual permitió prestar servicios de telecomunicaciones a 5.000 trabajadores humanitarios. También es necesario desarrollar sensores portátiles que se puedan lanzar en las regiones afectadas para que la población local pueda recuperarlos y registre en tiempo real la calidad del aire, la temperatura, etc.
Por su parte, IBM ha desarrollado Sahana, un software libre de código abierto para gestionar catástrofes que permite hacer un seguimiento de todas las actuaciones de salvamento, desde la identificación de las víctimas hasta los campamentos de refugiados, pasando por las organizaciones de socorro y los donativos en especie.
Según su creador, Sahana es “un proyecto de código abierto activo y escalable que IBM impulsa como herramienta estratégica para las misiones de rescate en las regiones en vías de desarrollo.”
Por su parte, la Comisión Europea lanzó en 2013 el proyecto DESTRIERO , cuyo objetivo es mejorar la coordinación de las labores de reconstrucción y recuperación de las zonas catastróficas. Participan 13 socios de 9 países, entre ellos Thales España. Tras los dos primeros años de desarrollos, en 2016 se presenta el prototipo de la herramienta DESTRIERO.
La finalidad de DESTRIERO es recoger la información real del estado de las infraestructuras y su difusión entre los equipos de Protección Civil, Fuerzas de Seguridad del Estado, Policías Locales, responsables de emergencias o incluso ONG´s para proporcionar la recomendación más acertada sobre el orden de los proyectos de reconstrucción más urgentes.
¿En qué medida puede la tecnología (drones, software personalizado y demás) ayudar a coordinar eficazmente las intervenciones de rescate en una situación de caos y destrucción? Según Patrick Meier, el único límite es nuestra imaginación. En palabras de Henry Ford: “Si hubiera preguntado a mis clientes qué necesitaban, habrían dicho que un caballo mejor”; Meier está convencido de que ya existe la tecnología, solo falta la imaginación para utilizarla.
“No es perfecto, pero para llevar ayuda a las víctimas no hace falta buscar la perfección, sino sistemas que respondan a las necesidades”, escribe. “Así, en la próxima catástrofe en la que actuemos como equipos de intervención humanitaria, cuando despleguemos nuestros drones y preguntemos a la gente qué es lo que necesita, puede que nos contesten “un caballo mejor” porque (todavía) no sepan qué se puede hacer de verdad con las soluciones actuales de tratamiento de imágenes.”
“Esta rápida respuesta nos ha permitido definir mapas constantemente actualizados de la crisis en las regiones más afectadas para luego transmitirlos a diferentes organizaciones de ayuda antes de su llegada al lugar.” Patrick Meier, autor de Digital Humanitarians.
Puede ver parte de la presentación de DESTRIERO (en inglés) en el siguiente enlace.
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